nina-indecisa-manzanas-p«Cuando uno tiene un hijo con discapacidad, uno se encuentra muchas veces y dependiendo el grado de discapacidad, sin querer queriendo eligiendo por él. Y no solo en el vestuario, sino que también, en la comida, la música, los juegos, las actividades, con quién juntarse, etc, etc».

Hay un momento en nuestra vida de padres en la que nos preguntamos ¿cuándo empezaron a decidir que ponerse? Claro, es que hasta los dos años probablemente no le preguntabas a tu niña si quería usar la remera rosa, violeta o amarilla. Pero hasta que un día te empezó a indicar que quería la de princesas que tú tenías separada lista para regalar porque le quedaba chica. Y entonces de a poco te encontraste empezando a negociar. Así, cuando tu hijo insistía en ponerse el buzo del hombre araña que estaba sucio después de casi una semana de uso, tú le dabas otras dos opciones, mostrándole que “él” podía decidir.

Cuando uno tiene un hijo con discapacidad, uno se encuentra muchas veces y dependiendo el grado de discapacidad, sin querer queriendo eligiendo por él. Y no solo en el vestuario, sino que también, en la comida, la música, los juegos, las actividades, con quién juntarse, etc, etc.

Esta práctica de decidir por tu niño se convierte en rutina hasta casi hacerlo de forma automatica. Sin embargo un día, porque el niño está más grande o evolucionó en su desarrollo te pone un freno. Y ahí es cuando es necesario usar el GPS y recalcular.

Por supuesto que muchas veces es más fácil quedarse en el camino de “yo decido por el otro”. Quizás lo hagas más rápido, sin cuestionamientos, y en definitiva la decisión es tuya. Pero la personita que tienes enfrente también tiene derecho a decidir.

Que nuestros hijos puedan lograr la mayor independencia posible es uno de los mayores tesores que podemos ayudarlos a lograr, y en este camino, tomar decisiones por sí mismos es uno de los primeros pasos.

Al principio lo puedes ayudar, como la mamá que le da opciones a su hijo de zapatillas, lo puedes guiar, siempre escuchándolo, observando sus señales, intuyendo sus preferencias. De esta manera comenzarás por enseñarles a decidir, a equivocarse, a frustrarse, a insertarse en el mundo real…

Y el día que tu hijo empiece a darte a entender que le gusta más la remera azul que la roja, tú empezarás a sentirte más relajada, porque ya estarás transitando junto a él el camino de SU vida.