Hace veinte años que Tomy hace distintas terapias: terapia ocupacional, terapia del lenguaje, kinesiología, equinoterapia….y varias más que han ido y venido.

Escuchaba hace poco a mi amiga Luli (gran fonoaudióloga/logopeda) y me cayó una ficha que le compartí «es agotador ser madre y encima que te pidan que seas terapeuta en casa». Luli se rió y me dijo, lo que ya escuché de muchas terapeutas «es que el tiempo en consultorio a veces es poco».

Yo soy madre y quiero seguir siéndolo. No quiero salir de una terapia con «tarea» para la casa, sentir la presión de «algo más» que tengo que hacer, frustrarme luego porque no lo hice y encima que me agarre la culpa (esa maldita jajaj), y tener que volver la otra semana y decirle tímidamente a la terapeuta que no hicimos nada en casa…. Yo quiero jugar, bailar, reírme, dejar que la espontaneidad nos atraviese…

Son muchas las cosas que ya tenemos en nuestra lista de quehaceres, no les parece?

Después de tantos años miro para atrás y pienso cuantas veces me senté a jugar de tal manera, forzada, y con pautas precisas para practicar aquello que no le salía, corregirle mil posturas, hacerlo soplar una pajita obligado, para que me mire con cara de «no me hinches más», y claro… yo insistía.

Es necesario que entre tanta rigidez que a veces se plantea en el camino de nuestros niños a través de los tratamientos médicos, los padres no nos perdamos la posibilidad de ser flexibles, de enloquecer, jugar sin expectativas…solo jugar. Y también reír, reír fuerte de tantas pavadas y sin esperar a que pase nada…solo disfrutar la magia de estar juntos.

(Disculpen equipos terapéuticos que gracias a Dios existen pero yo planto bandera!)